Habiendo transcurrido medio siglo desde la
última vez que tuve contacto personal con la mayoría de mis
compañeros de la generación de 1961, Jaime Redín me solicita que
escriba algunas líneas para ponerles al tanto de mis andanzas
por el mundo.
¿Por dónde empezar? Remontémonos a 1955 y nuestro primer día de
clases. Mi primer recuerdo es el de nosotros, “chúcaros,”
ingresando en una sala enorme y cavernosa cual un hangar. ¿Éste
iba a ser el salón del primer curso? Acostumbrado a las aulas
pequeñas y acogedoras de mis años de primaria, este nuevo,
enorme y frío ambiente me parecía lúgubre y decepcionante.
Minutos después, el Padre Maestre nos informó que aquel salón
que yo estaba a punto de odiar era el mismísimo lugar donde la
Dolorosa derramó sus lágrimas. Dando un giro de 180 grados, fue
en ese instante que me sentí en casa!
Fui gabrielino del primero al quinto cursos; participé
activamente en el grupo de ascensionismo bajo la tutela del
Padre Maldonado y luego del Padre Ribas de Reyna. Recuerdo viva
y gratamente a los maestros que tuvimos: entre los religiosos,
Maestre, Malo, Ayerbe, Enríquez, Domínguez, Vieira, Ribas de
Reyna, Rodríguez Castelo, Villalba, Escobar; entre los “civiles”
Carlos Echeverría, el “Chispo” García, Villar. Varios se me
escapan.
Finalizado el quinto curso, Patricio Ribadeneira y yo obtuvimos
becas del American Field Service para cursar el último año de
secundaria en USA. Patricio fue a un colegio en La Jolla,
California (muy cerca de San Diego), y yo a Minneapolis,
Minnesota, donde pasé un año inolvidable!
Al concluir mis estudios secundarios regresé a Quito por apenas
tres o cuatro semanas pues me había matriculado en la
Universidad de Minnesota y tenía que cumplir con los requisitos
de registro, orientación, etc. antes de comenzar las clases.
Pocos meses después de haber ingresado a la universidad recibí
un sorpresivo telefonema de Iván Calisto, quien estaba en
Minneapolis visitando a su hermano médico, residente de uno de
los hospitales de la ciudad. Nos juntamos y rememoramos nuestros
buenos tiempos del San Gabriel.
Durante mi último año de secundaria había enviado solicitudes de
ingreso a algunas universidades de Norteamérica, entre ellas a
la de McGill en Montreal, Canadá. En Marzo de 1962 fui
informado que la Universidad de McGill me otorgaba una beca para
completar mis estudios, así que luego de terminar el primer año
en la Universidad de Minnesota me transferí a la Universidad de
McGill, de la cual me gradué en 1965.
En el verano de 1963 mi familia se había trasladado
permanentemente a Long Island, New York. En 1965, completados
mis estudios en Montreal, Canadá, fui a visitarlos, despertando
así el interés de la burocracia gubernamental norteamericana y
causando que fuera “invitado” a cumplir el servicio militar
obligatorio. Me incorporé al Cuerpo de Comunicaciones
Estratégicas del ejército norteamericano, por cortesía del cual
estuve 13 meses en Vietnam durante la guerra, seguido de cortas
estadías en Tailandia, Hong Kong, Japón, Nueva Zelanda, Berlín
Occidental y, finalmente, Fort Dix, New Jersey, cerca de
Philadelphia, Pennsylvania.
Mientras esperaba que me dieran de baja del ejército y para
esparcirme un poco, me inscribí en un curso de drama en
Temple University, en Philadelphia,
donde conocí a Carol Nagurny, quien hoy es mi esposa. Al
mismo tiempo hice solicitud de ingreso al programa de post-grado
de Wharton, la facultad de estudios superiores de finanzas y
administración de la Universidad de Pennsylvania, en la misma
Philadelphia.
Al graduarme de Wharton, Rohm & Haas Co.,
una empresa química multinacional, me ofreció una posición en su
“international management program,” lo cual me expuso a las
operaciones europeas de la empresa en Austria, España, Francia,
Gran Bretaña, Italia, y Suiza. Al cabo de tres años fui
trasladado a Brasil donde estuvimos por casi seis años y donde
nacieron nuestras dos hijas, Lesya y Sharla. Eventualmente
llegué a ser Director Financiero y Administrativo de las
operaciones brasileñas de la empresa.
De Brasil fui trasladado a Miami,
donde asumí el puesto de Director de Desarrollo de Nuevos
Negocios para Latinoamérica, puesto que cubrí por poco mas de
seis años, al cabo de lo cual fui promovido al puesto de
Director de Negocios para Latinoamérica, basado en Ciudad de
México, donde estuvimos por otros seis años.
Transcurrida mi temporada en México,
era hora de regresar a la casa matriz de
Rohm & Haas en Philadelphia,
pero coincidió con que se presentó la oportunidad de establecer
mi propia empresa, culminando así un anhelo que había abrigado
por varios años. Me separé de Rohm &
Haas y establecí “Galápagos Advisors, LLC,” asesores de
inversiones, empresa ubicada en Richmond, Virginia (lugar donde
mi esposa y yo residimos), con sucursales en Florida, New Jersey
y Pennsylvania. Puedo asegurarles que no tengo interés alguno en
jubilarme!
Mi esposa Carol y yo llevamos 41 años de casados y, conforme lo
mencioné arriba, tenemos dos hijas, Lesya y Sharla. Gracias a
ellas tenemos un nieto, Xavier de 16 años, hijo de Lesya,
excelente skateboarder y muy buen guitarrista, y una nieta de
casi 5 meses, Henrietta, hija de Sharla. ¿Habrán más? Esperemos
que sí, pero dudo que lleguemos a la mitad del número que rodea
a nuestro querido compañero Carlos Chérrez!
Adjunto unas fotografías para facilitar que me reconozcan cuando
nos veamos para la celebración del cincuentenario de nuestra
promoción.
Un cordial abrazo,
Gustavo Franco |