Fernando Gavilanes

Quito, 31 de Mayo, 2004

 

¡¡Barón!!!.... dijo la partera. Cogiendo de los pies a esta indefensa criatura y levantándolo, no sé si como un trofeo de guerra o un vulgar conejo antes de meterlo a la olla. Falsa esa sonrisa de triunfo porque ella no hizo nada. Mi madre fue la que se sacó la madre, pujando y teniéndome en su barriga por 9 mesesotes.

Eran las 4 y 45 en punto del 6 de junio de 1942. y todo hubiera ido bien si no es que siento un chirlazo en pleno trasero, dizqué para que llore. No había necesidad de eso, creo que si solo se aguantaba un poquito y me permitía verle con el rabo del ojo a esa comadrona gorda, chancha, sudorosa, hubiera llorrado como bestia.

En fin, la maldad estaba hecha, y lloré, lloré y lloré. En ese puto instante creo que se marcó para siempre en mí una rebeldía tonta que de nada sirvió para evitar que me saque la madre el Iturralde y el Padilla, aúnque sí para desquitarme a quiños con el Páez.

Primer hijo, primer nieto, primer sobrino. Era un ananay de guagua. Un poquito llorón sí, pero lindo por donde me lo miren. Cuando el padre en el bautizo dijo cómo le ponemos?, mis padres amorosos dijeron: ¡¡Fernando!!, pero el señor cura dijo: No…cómo le ponemos para que no me muerda.

Fui la felicidad de mis papis, pero más feliz fue mi mamá, porque le quedó gustando eso de traer hijos al mundo y poco a poco fue incrementándose la familia con 7 hermanitos más.

Entre tanto mimo, me fueron saliendo los dientes, y cuando estuve echo una fiera me metieron al Jardín de Infantes Mercedes Noboa. Ahí conocí al primer amor de mi vida, fue una señorita que nunca me acuerdo su nombre, pero que tuve la desgracia de verla envejecer. ¡Qué horror!! Bueno…a esa edad cualquiera se equivoca.

Fue en ese Jardín que conocí las primeras vicisitudes de mi inconsciencia, pues estuve con una pata afuera y casi me expulsan, porque en lugar de estar jugando a la gallinita ciega me encontraron fumando.

La primaria pasó como un suspiro en La Salle. Ahí me distinguí por tocar el acordeón y por ser del coro del Colegio. Lo del acordeón me sirvió para aplacar las hambres en la Argentina, y también para que se luzcan algunos amigos míos en las incontables serenatas que dí …gratis.

Me acuerdo del Hemanito Gabriel, era casi de mi porte y me enseñó el abecedario en Inglés con un fondo musical que nunca me olvidaría y me sirvió toda la vida para saber cual letra mismo era la que quería traducir: Ei, bi, ci, di, i, ef, lli.

Otro profesor fue el Hermano Antonio, alias "El Dogo", el apodo creo que era por la cara, pero lo que sí me acuerdo es que atacaba cuando estaba furioso. Y del que nunca me podré olvidar es del Pachito, un Hermanito más bueno que el pan, tan bueno que me al final del 6º grado, puso mi foto en el cuadro de honor de la sala de recibo como uno de los mejores salidos de la Primaria. Hasta este momento no atino a comprender cómo es que aparecí colgado ahí, cuando mi mejor puesto fue el 23.

En la disyuntiva de elegir colegio para "el guagua", un amigo le dijo a mi papá: "Ahí, en el San Gabriel…les tienen a los chicos bajo 7 llaves" y zas me matriculó en el San Gabriel.

Lo que más agradezco de esa sabia decisión fue la devoción que me inculcaron a la Dolorosa del Colegio. Ella me ha salvado y me sigue salvando de unas buenas.

Desgraciadamente nada pudo hacer en aquel tiempo para evitar que me claven en el 3er curso 7 aplazados por conducta. El primero fue cuando un poco antes de las 11 de la mañana de un lunes primaveral, me agachaba para escoger las mejores fritadas de la olla en la tienda del "vecino". De repente, sentí como un hachazo en plena nuca, venia desde lo alto, más específicamente desde la ventana del segundo piso del frente, del colegio, y la voz era un potente bocinazo del Padre Chacón, como que quería sumergir mi cabeza dentro de esa paila hirviendo: ¡¡Señor Gavilanes….Adentro!!! ¡¡¡Aplazado por conducta!!!

Otro aplazado por conducta que me acuerdo, fue cuando estábamos de noche en una manifestación por no se qué, frente al Palacio Arzobispal. Realmente no me acuerdo el motivo de la convocatoria, pero era una muchedumbre que estaba enfervorizada, los gritos salían con fuerza desde el fondo de nuestros pulmones y no cesaban los vivas a la Santísima Trinidad, Vivas al Corazón de Jesús, Vivas a la Dolorosita del Colegio, vivas a todos los Santos. Santo que alguien se acordaba…Santo que era vivado. Yo estaba parado detrás del "Cuchi" junto al Fabián Silva y en ese momento como que se acabó el repertorio de Santos y al Fabián se le ocurrió gritar:¡¡¡Abajo el maricón del diablo!!! Todos, desde el Cuchi para abajo gritamos ¡¡¡¡ABAAAAJO!!!. Debí yo haber puesto una cara de bestia, justo cuando "El Cuhi" regresaba a ver cual era el blasfemo.

No es que era indisciplinado, ¡¡No!!. Era que la vida me ponía justo en medio del problema. No de otra manera se entiende el porqué de mi expulsión del Retiro Espiritual en el Loyola, y que con tanta devoción estaba siguiendo. Una noche, después de la sopa de boldos y de la penitencia, dormía como angelito, cuando una bulla me despertó… era el Alvarez, que se había conseguido unos muñecos que usan los ventrílogos y comenzaba a imitar a los santos sacerdotes que se estaban sacando la madre dándonos los ejercicios espirituales. No sé si por herencia de algún antepasado mío que tuvo esa especialidad, pero me acuerdo que yo cogí otro muñeco y sin ningún esfuerzo mi muñeco entabló una parodia con el muñeco del Alvarez. Tan bien imitábamos a los curas, que nos recagábamos de la risa.

Como no éramos egoístas, lo lógico era compartir esos momentos de sana alegría con nuestros compañeros, así, fuimos de claustro en claustro mostrando nuestras habilidades y pronto el breve descanso retiro espiritual se convirtió en una farra descomunal. Cierto es que algunitos tomaban muy en serio el Retiro, como por ejemplo el Marcelito Checa que brincando en su cama, producto del sobresalto, nos echó de su cuarto al grito de ¡¡¡Impuros!!! ¡¡¡Impuros!!!. Hasta que llegamos a un claustro igual de austero que los demás, pero la mala suerte fue que ahí dormía el padre que nos cuidaba.

Entre sustos y alegrías, más sustos que alegrías, gracias al Carlitos Echeverría, entré al 5º Curso. Al final del primer trimestre, el panorama estaba tan sombrío que tuve que tomar una resolución: Debía salir del País. No maté a nadie, ni creo que el problema ameritaba esa decisión, pero ¡¡qué churos!!! tenía que salir lo antes posible, y en este punto me van a disculpar que no les cuente el motivo, porque puedo herir ciertas susceptibilidades. El problema ahora era ver a dónde ir. Había pensado primero en China, o la India, pero andaba pelado. Oí por ahí, que el Negro Sáenz se andaba preparando para ingresar a la Escuela Naval de Chile y el Palico Páez, para entrar a la misma Escuela, pero a la parte Mercante, porque de marino mercante se conocía más ciudades y lo más importante… se ganaba más plata.

Me las ingenié para dar yo también los exámenes y luego de ciertas vicisitudes, me fui como cadete a la Escuela Naval en Chile.

Mi paso por la Escuela Naval fue otra historia llena de muchos gratos recuerdos. Luego de una honrosa repetición en el 2º curso me gradué como oficial y ahí me especialicé en Aviación Naval. Salí como Capitán de Corbeta y me chanté como Superintendente del Terminal Petrolero de Balao por 10 años.

Antes de eso conocí a una bella mujer: Cecilia, que ahora está felizmente casada conmigo y procreamos tres hijos, todos profesionales y buenos hijos.

Después la familia se incrementó con dos perros pequeños, que llegaron a ocupar el corazón de mi mujer y la cama matrimonial.

Tengo una Agencia Naviera en Esmeraldas y CERO en la cuenta corriente.

Cuando ustedes lean este breve resumen, ya sabremos si le botaron o no al Lucio por pendejo y sabremos también cuál será la Miss Universo. A mi me gusta la ecuatoriana, pero entre gustos no hay disputas, solo entre putas hay disgustos.

Un abrazo muy cariñoso a todos mis compañeros del San Gabriel.

Fernando Gavilanes


En al foto de iz a der. Mi hijo Santiago: Ing. Ambientalista, soltero. Mi mujer: Cecilia Andrade. Mi hijo mayor Fernando, Abogado. Soltero, un hijo. Mi hija Mariángela: Abogada, Casada, sin hijos, y este cuerpito, casado sin compromiso.