CENTENARIO
DE LA DOLOROSA DEL COLEGIO
Por
una educación de calidad,
de
la que nadie quede excluido
“María ha mirado
a estos niños
y a través de ellos
está mirando
a todo el Ecuador”.[1]
En 1906, la mirada maternal de la Dolorosa a 36 niños y jóvenes internos del Colegio San Gabriel de Quito, significó el inicio de un proceso de transformación institucional de la Iglesia, que proponía que la educación de las nuevas generaciones, sería la forma de convertirse en el cimiento de la nación (Demélas & Saint-Geours, 1988: 165).
Hoy, al cumplirse los 100 años de esa manifestación y cobijados bajo la misma mirada, queremos emprender juntos un camino de vida plena que brota del Evangelio del Reino para hacer posible una sociedad más humana y más justa, más de Dios.
La Compañía de Jesús en su misión, hoy, está al “servicio de la fe del que la promoción de la justicia es un elemento esencial”[2]. Es una misión que se funda en la convicción de que ese mundo nuevo, como Dios quiere, necesita de personas, hombres y mujeres, que estén preparados para acoger y promover todo lo realmente humano, que estén comprometidos en el trabajo por la libertad y dignidad de todos los pueblos y tengan voluntad de hacerlo en cooperación con otros igualmente dedicados a transformar la sociedad y sus estructuras.
En base a su misión, como una de sus opciones, la Compañía de Jesús
considera a la educación como un instrumento fundamental para formar en
excelencia hombres y mujeres para los demás y con los demás, comprometidos con
la transformación del mundo y de las estructuras injustas de la sociedad.
Hoy
en nuestro país:
- Entre
1995 y 2004, la proporción de pobres creció de 3 a 7 de cada 10 ecuatorianos.
- 7 de cada 10 niños son pobres
-
1 de cada
2 pobres es menor de edad.
Ante esta realidad no podemos quedarnos
impasibles. El Centenario del Milagro de
la Dolorosa nos impulsa a transformar
esta sociedad a través de una educación de calidad que erradique la pobreza en
su raíz, de la que nadie quede excluido.
La mirada de la Dolorosa
es una mirada de amor: nos llama desde
la fe a actuar en solidaridad y a luchar por una vida en dignidad que exige que
todos tengan acceso a la educación.
Propuesta para la Celebración del Centenario.
A los Jesuitas y Colaboradores
Aspiramos que en este año
del Centenario, con hechos efectivos, se vea reducida la cantidad de niños y
niñas que han sido excluidos de la educación.
1. Desde nuestros apostolados: ¿qué podemos hacer para combatir las causas de la exclusión en la educación?
2.
Mirar la realidad de los
niños y niñas que no reciben educación por falta de oportunidades; considerar
la baja calidad de la educación y sus consecuencias; y sensibilizados del problema, tratar de dar
soluciones concretas desde los valores del Evangelio (Mt 25 34-46): “A mí me lo hicieron”.
3. Ayudar al pueblo creyente y a los devotos de La Dolorosa a comprender la importancia de la educación en nuestro país y su relación íntima con la pobreza.
4. Educar la fe de nuestro pueblo para que comprenda que Dios no está de acuerdo con esta realidad. Que está en nuestras manos cambiar esta situación con acciones concretas de gobernantes, de la sociedad y de la Iglesia, de manera que, en este año y los subsiguientes, disminuya en número las exclusiones. “Cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vidas … deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador”[5]
5. Nos preocupa constatar que una insuficiente educación en la fe lleva a la sociedad a un comportamiento que tiene graves consecuencias para todos, particularmente para los más desfavorecidos (familias de bajos recursos, niños y jóvenes marginados). Desde este punto de vista, urge una renovación en la manera de proponer la formación religiosa (cursos de religión, catequesis y evangelización de niños, jóvenes y adultos) a partir de nuestro compromiso Fe-Justicia..
6. Trabajar en todo momento en coordinación con la Iglesia local y demás organizaciones y movimientos eclesiales.
En el contexto de la celebración del Centenario y motivados por la mirada maternal de la Dolorosa del Colegio, desde el Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia, y Documentos de la Compañía, proponemos para todas nuestras obras, los siguientes temas de oración, reflexión y acción a lo largo de este Año Jubilar.
|
Abril 2005 |
Educación |
|
Mayo |
Familia – Mujer |
|
Junio |
Trabajo |
|
Julio |
Valores |
|
Agosto |
Política |
|
Septiembre |
Migración |
|
Octubre |
Derechos HH |
|
Noviembre |
Violencia |
|
Diciembre |
Niñez y Juventud |
|
Enero 2006 |
Justicia y Solidaridad |
|
Febrero |
Cultura Sociedad |
|
Marzo |
Conversión |
|
Abril |
Educación en la Fe y en la Justicia. |
·
Estos temas serán tratados con una fundamentación
bíblico-teológica, desde un análisis de la situación de nuestro país y con
propuestas de líneas de acción.
·
En todos los Sectores buscar la manera de
desarrollar los 6 lineamientos anteriores.
Sector Educativo:
1.
En las reuniones ya
programadas buscar la manera para implementarlos a nivel del Sector.
2.
Trazar un Plan Operativo
común que permita enriquecernos con los aportes de todos.
Sector Social:
1.
Fundamentar las causas de
la exclusión y baja calidad de la educación y la relación entre educación y
pobreza. Proponer alternativas de
solución.
2.
Difundir los resultados
para que sean conocidos.
Sectores Pastoral (Residencias y Parroquias) y
Espiritual:
1.
Elaborar estrategias comunes para que el Objetivo
del Centenario llegue hasta nuestro pueblo. (Novenas, Ejercicios Espirituales,
Homilías, Catequesis, Cursos de teología…).
2.
Facilitar
y promover desde el Secretariado de Espiritualidad, la reflexión que integre
realidad social, educación y espiritualidad.
3.
Trazar un calendario de actividades para el año en
las diversos obras.
Sector Comunicación:
1.
Crear instrumentos para la
difusión del objetivo del Centenario.
2.
Apoyar a todos los demás
Sectores.
Apéndice:
Centenario de La Dolorosa del Colegio.
Por una educación de calidad, de la que nadie quede excluido
Nota
bíblico-teológica
”Algo falta en nuestra devoción a La Dolorosa”, concluía diciendo un bello y programático artículo del P. José Luis Micó, en el aniversario del milagro del pasado año[6]. “¿Ha cumplido, por su parte, el Ecuador, lo que quería significar la mirada de La Dolorosa, mirada de Madre doliente y suplicante? No podríamos afirmar, simplemente que sí. Falta mucho por hacer en este país de Santa María: la formación humana y cristiana de nuestra juventud no responde a las exigencias del Evangelio; pocos han descubierto su misión de unidad, de liberación, de justicia, de hermandad; sigue medrando el individualismo, la ambición, las rivalidades, la indiferencia, y hasta la corrupción. País profundamente creyente, y devoto de la Madre, y también injusto, violento, enfrentado, indiferente ante tanto dolor de muchos hermanos. Gente que cree en la vida eterna y no se esfuerza por hacer esta vida un poco más llevadera para todos”[7]. La celebración del actual centenario de La Dolorosa del Colegio, en el que nos queremos comprometer especialmente “por una educación de calidad, de la que nadie quede excluido”, pretende responder a las preocupaciones de nuestra Madre y completar lo que sigue faltando en nuestra anteriores respuestas.
“Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5). La invitación de Nuestra Señora sigue siendo la misma ayer y hoy: el seguimiento de su Hijo. Somos cristianos, y verdaderos devotos de la Dolorosa, en la medida de nuestra fidelidad al Evangelio de Jesús. A nuestra sociedad y país les sigue faltando el vino de las bodas de Caná: alegría y paz para todos, solidaridad e igualdad en nombre de Dios. Así nos recordaba la Iglesia, reunida en Concilio, que “uno de los deberes más imperiosos de nuestra época, sobre todo para los cristianos, es el de trabajar con ahínco para que , tanto en la economía como en la política, tanto en el campo nacional como en el internacional se den las normas básicas por las que se reconozca en todas partes y se haga efectivo el derecho de todos a la cultura, de conformidad con la dignidad de la persona, sin distinción de origen, sexo, nacionalidad, religión o situación social. Es preciso, por consiguiente, procurar a cada uno suficientes bienes de cultura, principalmente los de la llamada cultura básica; de esta forma, a un gran número de hombres no será obstáculo su falta de saber para aportar su cooperación auténticamente humana a las tareas del bien común”[8].
“El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3,35). María es Madre de Jesús y modelo de creyentes. La Dolorosa nos invita a la docilidad que fue suya respecto a la Palabra y Voluntad de Dios. Sabemos por el Evangelio que esa voluntad divina se actualiza sacramentalmente en el amor fraterno: “Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros. Como yo les he amado, así también ámense los unos a los otros. Por el amor que se tengan los unos a los otros reconocerán todos que son discípulos míos” (Jn 13,34-35). Si la Gloria de Dios, su mayor Gloria, va a consistir en que yo quiera a mi hermano, ¿cómo puedo separar en mi vida espiritual y en mi práctica cristiana el amor de Dios y el amor del hermano? Una devoción a La Dolorosa que no se concrete en actos de caridad fraterna, transformadora de la sociedad en que vivo, es una ilusión. Le falta algo.
[1] La Dolorosa del Colegio, J. Bravo,
1977.
[2] C. G. 32, D. 4 N.2
[3] Dirección
Nacional de Migración, datos sobre migrantes legales.
[4] Cartillas sobre Migración, Nro 7.
[5] Vat, IIConstitución Pastoral GAUDIUM ET SPES, Sobre la Iglesia en el Mundo Actual.
[6] “El cuadro que nos miró”, Del 15 al 15, PUCE, nº195 del 15 de abril al 15 de Mayo del 2004
[7] Ibd.
[8] Vaticano II, Constituición sobre la Iglesia en el mundo actual, nº 60.