DEL RIO DE LAS
PIEDRAS PRECIOSAS A LOS MOLINOS DE VIENTO
Sería 1949, cuando vivíamos en Pujilí con mi familia, y yo había
entrado a primer grado de la escuela municipal. Mi papá,
ingeniero del Ministerio de Obras Públicas, tenía a su cargo la
carretera Latacunga Quevedo y su oficina en Pujilí. Vivíamos en
la planta alta de la panadería del pueblo que tenía un estupendo
horno de leña, unas bateas para leudar la masa, una mesa para
elaborar los panes y un inolvidable olor a pan caliente. Allí
empezó, seguramente, mi oficio de panadero que lo conservo.
Cerca había un río seco al cuál nos llevaba mi padre de
excursión y le llamábamos el “río de las piedras preciosas”. Qué
maravilla! Las piedras eran de todos los colores y formas:
blancas, negras, cristalinas, moteadas, brillantes y opacas. Los
bolsillos no eran suficientes para recogerlas todas. Mucho
después aprendí que había andesitas, granitos, feldespatos,
cuarzos. Mi colección se completó, debió ser en 1963, con un
pedazo de diamante que fuera encontrado cerca de la vía del
ferrocarril a San Lorenzo y que había sido regalado a mi padre
por un trabajador de la vía. Según me contó, había varias
piedras que él las vio, una de las cuales tenía unos tres
centímetros de diámetro.
En
el primer grado de la escuela apenas duré tres semanas. El
profesor me mando llamar a mi mamá para decirle que estaba
perdiendo el tiempo y que estorbaba a mis compañeros de clase.
Como en la casa aprendí a leer, escribir, sumar, restar,
multiplicar y dividir no cabía que esté en primer grado y me
promovieron a segundo grado. Después de eso fui a parar al Borja
No. 1 del Dr. Ponce, Director y el Josesito, Portero. (Obviamente
estaban también el señor Armas, el señor Zurita, el señor Cuesta,
el señor Aizaga al piano y otros queridos profesores cuyos
nombres no recuerdo).
La
época del Borja, lugar en el que aprendimos a escribir sin
faltas de ortografía y nos entrenaron en el cálculo mental para
las sabatinas, fue extraordinaria. Iniciamos el oficio de
monaguillos (que después en 1956, cincuentenario del milagro de
la Virgen Dolorosa, llegó a su máxima expresión en la iglesia de
la Compañía, ya como chúcaros del San Gabriel). Para salir de la
escuela tomaba el rango de la Olmedo para luego seguir por la
Vargas hasta la Matovelle donde vivíamos en esa época. De vez en
cuando tomaba el rango de la Imbabura para visitar a mi primo
Mauricio aún cuando la mayor parte de las veces bajábamos el
Fernando Cazares y yo hasta la García Moreno para tomar los
buses de línea. En la parada de la Mejía le salvé la vida al
Fernando puesto que él, como no veía por uno de sus ojos, no se
percató del bus que casi le atropella. Muchos años después, el
mismo Cazares siendo Fiscal, quiso mandarme a la cárcel por el
mero hecho de que se derrumbó el cerro de la Josefina y casi
marcha el proyecto Paute. Espero que no me guarde rencor por
haberle salvado la vida.
A
las siete de la mañana, tal vez un poco antes, entrábamos por la
puerta del Colegio San Gabriel que daba a la Benalcázar, frente
a la Providencia. Nos agachábamos para pasar por la portería del
Hermanito Vargas y luego corríamos hasta el final del pasillo en
donde, a mano izquierda, había un cuarto de depósito de toda
clase de cosas y maderas. Mauricio Troya, Guillo Tobar y el que
escribe teníamos un club de magia, hipnotismo, telekinesia,
transmisión del pensamiento y otras artes ocultas. Efectivamente
ocultas por una mesa de ping pong que tapaba el agujero en el
que día a día sesionábamos. Como no éramos aficionados al
deporte teníamos que descargar nuestras energías en otras
actividades. (No se si el Mauricio se acuerde pero para copiar
en ciertos exámenes teníamos una conexión eléctrica entre los
pupitres mediante la cuál enviábamos mensajes en código morse.
Nunca aprendimos el código y por lo tanto de poco nos sirvió).
En
el mismo Colegio Antiguo incursionamos en varios negocios.
Primicias era el nombre del periódico (Evocando el nombre del
periódico de Eugenio Espejo) que pretendía ser un vehículo
cultural, de noticias y de variedades. Después del segundo
número, los omnipresentes enemigos de la libertad de prensa, con
la complicidad de algunos profesores jesuitas, nos obligaron a
cerrar. Para sobrevivir nos dedicamos al negocio de venta de
espaditas de alfiler con lentejuelas y mullos y también, sin
ningún éxito, a la venta de agua de güitig en polvo!!
El
canguil y las colaciones de maní de la Cruz Verde pueden ser el
símbolo de la actividad científica que desarrollamos (a ver si
me acuerdo de todos…) Mauricio Troya, Jaime Redín, Fernando
Breihl, Jorge Núñez, Eduardo Vásquez, … , en la Organización de
Estudios Científicos, ODEC. La sede estaba ubicada debajo de la
grada que daba al patio de atrás de la casa del Dr. Carlos Troya
Albornoz y Doña Leticia Mena Andrade Marín. La Tía Leticia
preparaba el canguil y ponía las colaciones todos los sábados
para las sesiones ordinarias. La ODEC debió haber sido fundada
en 1959 ó 1960 y persiste hasta ahora, con otro nombre, por
cierto.
Quinto, sexto curso … Aprendíamos alemán, el idioma de la
ciencia,
estudiábamos cálculo diferencial e integral, química orgánica y
de la otra y, obviamente estudiábamos concienzudamente para
nuestros exámenes. Creo que todos nos graduamos con buenas notas.
Un extraño polvo negro cayó sobre Quito, fue analizado en
nuestro laboratorio (bajo la grada) y anunciamos al mundo que un
extraño meteorito había dejado una estela de polvo cósmico.
Recién ahora sabemos que probablemente se trataba de una
erupción del Reventador.
La
ODEC se inspiró en la Sociedad Científica Tomás Alva Edison
fundada por mi padre Alfredo Mena Andrade Marín, un señor
Baquero de la Calle, Marco Vinicio Rueda y dos personas más.
Debo tener las memorias con los discursos inaugurales en algún
lado. Debió ser alrededor de 1936, o sea hace 70 años (treinta
años después de la fundación del diario El Comercio y el Banco
del Pichincha y cinco después de la fundación de la Fybeca)
Después de salir del San Gabriel dentro de la promoción del 61 (gloriosa
promoción)
fuimos ocho a la Politécnica: El Mauricio – siempre - , Jaime
Redín, Alejandro Ribadeneira, Lucho Vela, Lucho Alemán, …
El
resto ya es conocido, Velasco Ibarra, Orico Orellana, La junta
militar, la otra junta, el Bombita, la laguna de la Alameda, la
calle Gándara, la UNESCO, la OEA, el grado, Alemania y vuelta a
Quito. Me casé, me fui a México y volví, sin mucho entusiasmo.
Mi
vocación de docente se inicia dando clases particulares a las
hermanas Jiménez y recibiendo como pago una camisa en navidad.
No podía cobrar pues el Doctor Vicente, su padre, nos curaba
gratis, también le regalábamos una camisa en navidad. Fui
profesor del colegio nocturno García Moreno, del Gonzaga, del
Centro Obrero y finalmente desde 1966 de la Politécnica. Después
de una carrera exitosa (Jefe de Departamento, Decano, candidato
a rector,…) me jubilé por tiempo de servicio, por edad y más
francamente porque me aburrí de la Poli y su politiquería. El
contacto con los guambras era siempre refrescante y me permitió
siempre estar estudiando cosas nuevas e introduciéndolas en el
pensum.
Siempre me gustó hacer varias cosas al mismo tiempo. Por esas
épocas andaba de Presidente del Colegio de Ingenieros, Miembro
del Directorio de INECEL y de IETEL hasta que en Agosto de 1984
me fui de Gerente de la Empresa Eléctrica. Los siguientes ocho
años fueron de los mejores que he pasado. Todavía paramos los
carros en plena calle para saludarnos cordialmente con los
trabajadores de la Empresa. Después vino el INECEL acompañado de
la Josefina (El mismo nombre de la esposa de Sixto, Presidente
de esa época y causante de mi entrada y salida del Instituto).
Salí en abril de 1993, creo.
Lo
de los molinos de viento se inicia a mediados de 1993. Como free
lance, había dejado ya el INECEL y mi relación de dependencia
con el gobierno, me dediqué a varias cosas entre las cuales se
encuentra el viento. Se me ocurrió que en el sector de Alóag
debía haber viento suficiente para poner una granja de viento
(Wind Farm) como las que en esa época estaban de moda en
California después de algunos años de éxito. Raúl Izurieta Mora
Bowen se interesó y me presentó a un judío de África del Sur que
vivía en Miami y que quería desarrollar el proyecto, después de
varias visitas y varias botellas de Ballantines finalmente el
judío y yo nos aburrimos y así quedó todo, o al menos eso pensé.
Casi un año después me llamó por teléfono un gringo llamado Joe
Filowat, que pertenecía a una empresa Thompson de Virginia USA y
que querían desarrollar un proyecto eólico de gran escala en
Alóag! . Obviamente dije que si, fui a visitarle en su oficina
de Quito y se inició no solamente la aventura de los molinos de
viento sino, lo que es más importante, una magnífica amistad con
Joe, que la conservo a pesar de que desde hace algunos años él
regresó a vivir en Estados Unidos y se cambió el apellido por
Fields ya que Filowat (de origen ucraniano) le causaba muchos
problemas, you know.
Por
alguna extraña razón mi estudio fue a parar a gringolandia y el
señor Thompson y Cía se apropió de él, solicitaron un crédito a
la Trade and Development Agency, TDA, que finalmente fue
aprobado. (Eso de la propiedad intelectual, como se demuestra en
las negociaciones del TLC, les importa un carajo). Yo ya sabía
que en Alóag no había viento pero tuve que seguirles la
corriente a los gringos y preparamos un bonito estudio para
demostrar
científicamente, luego de dos años de mediciones, que no había
viento.
La TDA canceló la segunda fase del financiamiento.
Eso
si, iniciamos otros proyectos como el de Salinas de Ibarra que
se encuentra listo para la inversión externa con todos los
diseños desarrollados y también iniciamos (poner una pica en
Flandes) un proyecto denominado Huascachaca sobre el río Jubones
cuyo estudio de factibilidad lo hice posteriormente.
No
se si esta historia parece una biografía o un currículo. Si
fuera lo primero, definitivamente le faltan páginas; si lo
segundo, le sobran líneas.
Solo dos cosas para terminar: mi paso por el CONAM y la
Corporación. En Abril del 97 Rodrigo Paz me llevó al CONAM para
que le ayude con la reestructuración del Sector Eléctrico. La
situación actual es el producto de dicho trabajo: no funciona!!
No todo fue mi culpa, otros amigos compartieron la
responsabilidad pero más que nada las razones deben encontrarse
en la politiquería y la insensatez de los gobiernos de turno,
Alarcón, Mahuad, Noboa, Gutiérrez y Palacio. Ah, me olvidaba de
Abdalá. Allí se origina la inseguridad jurídica, la debilidad
regulatoria, la corrupción y la tontería.
Les
conté de la Sociedad Científica Tomas Alba Edison y de la ODEC.
Pues la historia sigue ya que con base a los mismos principios
fundamos en el 2002 la Corporación para la Investigación
Energética, CIE.
Energías renovables, usos eficientes y productivos de la energía,
medio ambiente y sociedad son las palabras claves de su objeto.
Está empezando bien y continuará mejor. Espero que sea el legado
final de esta historia y que perdure. Ojo, la idea se inició por
allá en 1936.
En
general ésta es una historia de amor. De amor a la vida en sus
más pequeños detalles, porque nada hice sin amor, sin ilusión y
sin alegría. Recibí todo y posiblemente di poco y de no dar, me
arrepiento. Tengo dos mujeres, María Mercedes que me dio a mi
hija y Helena que me dio más de treinta años de vida y un hijo.
Mi nieto, Joaquín, toca estupendamente el piano.
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