El
seis es el número de la fortuna para el presidente de la Corte de
Quito Fernando Casares. Él está convencido de que los años que
terminaron en seis le han sido favorables: en 1966 llegó a secretario de
un juzgado penal; en 1976 fue nombrado juez. Además, en 1986 fue electo
presidente de la Corte de Quito y en el 2006 nuevamente es titular de
la Corte.
El jurista, de 63 años, empezó su carrera en el juzgado Cuarto
Provincial de Pichincha en 1961. Era estudiante de la Universidad
Central y lo que primero aprendió fue a coser los juicios y transcribir
las demandas con tinta y pluma. “El mejor avance de la Justicia
ecuatoriana ha sido la máquina de escribir”, dice convencido.
En su dilatada carrera Casares ha sido parte de la Fiscalía,
Procuraduría, Corte de Quito y de la Suprema. En esos organismos ha
vivido de cerca el avance de algunos de los juicios más importantes del
país, en los últimos años.
Por ejemplo, conoció el proceso penal al ex vicepresidente Alberto
Dahik, la acusación contra Elsa Bucaram, el juicio por supuesto
peculado contra los hermanos Roberto y William Isaías, ex gerentes de
Filanbanco. También los casos de los ex presidentes Jamil Mahuad y
Lucio Gutiérrez.
Nuevamente el número 6
Casares, quien casi siempre lleva sus lentes de color verde botella, es
un juez extrovertido, especialmente con la prensa. Nunca rechaza una
conversación formal o informal. Para él la presión mediática no es
nueva.
Cuando estuvo al frente de la Fiscalía (1992-1996) manejó la
investigación por la desaparición de los hermanos Restrepo, ocurrida en
la presidencia de León Febres Cordero. Ese proceso contra policías y
funcionarios del gobierno socialcristiano fue considerado un avance en
los Derechos Humanos del país.
Luego, Casares fue considerado como distante a los socialcristianos y
especialmente a León Febres Cordero, quien era considerado su enemigo
natural, según fuentes judiciales. El abogado acusador de ese caso fue
Ramiro Román. “Su tarea fue buena, porque organizó las diligencias y
fue el primero en intervenir como representante de la Fiscalía en un
caso de lesa humanidad. Pero quien emitió el dictamen fue Alfredo
Alvear, actual director ejecutivo de la Comisión de Control Cívico de la
Corrupción".
Alvear fue fiscal nacional subrogante en 1992 antes de que Casares
llegue y también lo reemplazó cuando lo dejó en el Gobierno del
roldosista Abdalá Bucaram
A pesar de la aparente distancia con el PSC, en su carrera Casares ha
trabajado de cerca con personas que han sido calificadas como afines a
ese partido político.
Estuvo en la Corte Suprema de Justicia, fue asesor en la Presidencia de
Galo Pico. Luego en la Procuraduría con Milton Álava y Juan Ramón
Jiménez. Además trabajó con su mentor Gonzalo Zambrano, ex magistrado
de la Suprema.
“Tengo muy buenas relaciones con los socialcristianos, igual que con
los de Izquierda Democrática", responde Casares y se confiesa que si
“fuera socialcristiano lo hubiera sido en el tiempo de personajes como
Camilo Ponce”.
El alumno vs. el profesor
El proceso por supuesta sedición contra el ex presidente Lucio
Gutiérrez, aún le deja un sabor especial al ministro Casares. Ésa fue la
oportunidad de ver en el estrado al mejor de sus alumnos, el fiscal
Washington Pesántez.
Ambos se conocieron en la Universidad Católica de Quito. Casares era el
profesor de Derecho Penal y Pesántez el estudiante que siempre se
sentaba en el primer pupitre. Ambos dicen tenerse una gran estima, pero
no coinciden con la decisión que tomó para sobreseer definitivamente y
cerrar el caso contra Gutiérrez.
Mientras Casares cree que no hubo sedición, Pesántez asegura que el
delito sí se cometió. Ese entuerto jurídico fue resuelto por los
jueces penales Guido Garcés, Patricio Carrillo y Jaime Flor. Ellos
decidieron que el caso quede suspendido, por un lapso de cinco años y no
se lo archive, porque no se ha comprobado suficientemente la existencia
del delito.
Durante ese tiempo, cualquier persona puede presentar pruebas que ayuden
comprobar el delito o probar la inocencia.
Su querida Olympia y sus supersticiones
En su despacho resaltan las hojas de los procesos apiladas en el
escritorio, banderas de Ecuador y Quito, música instrumental y su muy
querida Olympia, una antigua máquina de escribir.
El juez se confiesa enemigo de las computadoras. Teme que un ‘hacker’
entre a sus archivos, borre o cambie sus fallos. Por eso, es feliz con
sus hojas de papel bond, papel carbón y cinta de tela.
Varias personas que han trabajado con él lo recuerdan por su buen
humor. Una de las anécdotas más jocosas por su paso por la Procuraduría
fue que repartió a todas las mujeres de la entidad un recorte de
prensa de la llegada del día de las brujas, en la víspera del 31 de
octubre. A más de una, no les cayó en gracia. Actualmente, Lorena
Buendía, colaboradora en la Corte, dice que su humor se mantiene. Tiene
una broma predilecta llamar a los notarios por su número y no por su
nombre.
En su casa, el juez cambia: deja el terno y corbata y no le importa
salir en pantaloneta y bividí a comprar helados . “Hay veces que la
gente me reconoce cuando estoy en las calles o en los centros
comerciales”. Ésos son sus momentos de distracción. Antes no se perdía
una fiesta, le gustaba el buen whisky y cigarrillos, pero un problema
cardíaco que padeció el año pasado le volvió abstemio.
El abogado no se considera un supersticioso, pero una estampa de la
Virgen Dolorosa en su escritorio siempre le hace recordar un presagio.
Los alumnos que lleguen al primer curso cuando se cumpla el 50 y el 100
aniversario del milagro cambiarán el país.
Casares estuvo en el aniversario 50 en la misma aula donde los
estudiantes del internado dicen haber visto parpadear y llorar a la
imagen de la Virgen. Ahora, al cumplirse el centenario, es titular de la
Corte de la capital.
¿Coincidencia o no? Casares no quiere adelantarse al futuro. Por el
momento, dice sentirse bien en su cargo, aunque no descarta llegar a
la Suprema. Y espera seguir como juez en el 2016.
Los juicios polémicos
Su fallo a favor de Lucio Gutiérrez causa debate. Para Gilmar
Gutiérrez, también implicado en el caso, su decisión recogió los
criterios de otros juristas y “es una muestra que sí hay jueces
probos”.
El ex ministro Mauricio Gándara públicamente dijo que el sobreseimiento
definitivo fue apresurado. Él presentó la demanda contra Gutiérrez.
Fernando Casares dice que otros juicios importantes fueron contra
Alberto Dahik y Elsa Bucaram. Luego que acusó a la ex Alcaldesa su
hermano Abdalá Bucaram le dijo “la vida es un carrusel” y en 1996 se
volvieron a encontrar y dejó la Procuraduría.
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