Fue suficiente escribir que el ambiente cultural del primer semestre de este año había sido "raquítico", para que surgieran múltiples opiniones que contradecían o ratificaban la misma percepción. Este fue un resultado en sí mismo positivo, pero confesaré que nada resultó más ilustrativo y revelador como la reacción de un personaje que ilustra con suficiente luz la presencia de un grupo que merece la más interesada consideración. Fue el caso relacionado con el doctor José Miguel Alvear Larenas. El es un destacado médico y hombre de especial talento y actividad para el desenvolvimiento de tareas que podríamos llamar de índole "gremial", como las de egresados de planteles educativos comunes y las de carácter profesional. José Miguel me llamó con insistencia para precisar algunas obras de talante intelectual que, según el criterio de él, contradecían la impresión de raquitismo mencionada. Una de tales obras se ocupa del gran poeta Jorge Carrera Andrade y la otra del culminante Alfredo Gangotena, quien viviera durante el período que se interpuso entre las dos asoladoras guerras mundiales. Sin que necesariamente hubiera coincidencia con el lapso del primer semestre del 2012, la verdad es que me dediqué sobre todo a la obra de Gangotena. Con severo rigor, el texto describe las peripecias de la impresión y la participación, tanto de Alianza Francesa, cuanto de la Universidad San Francisco de Quito. En lo sustancial se trata de la tesis de Adriana Castillo de Berchenko, "en el marco del universo académico francés. La traducción de su obra al español tiene la intención de ponerla en circulación en nuevos contextos. Se trata de aportar al campo de estudios sobre Alfredo Gangotena, la poesía bilingüe y la literatura transatlántica con un trabajo exhaustivamente documentado que ha permanecido inédito en español y que sin embargo, es fundamental para la compresión de Gangotena y la poesía bilingüe latinoamericana". Alfredo Gangotena con la escritura escindida… los poemas franceses… han sido traducidos de manera expresa para este trabajo a cargo, con verdadera pericia, de Cristina Burneo. Pero más allá de las obras literarias, la mención Alvear Larenas creo que da pie para la reflexión en torno de los médicos humanistas, o sea de quienes no se reducen solo al ejercicio de una especialidad, sino que se vuelcan hacia los problemas generales de la humanidad. Por ventura el Ecuador ha sido pródigo en esos representantes. A más de otros antecedentes lejanos, baste con recordar a José Varea Terán y sus estudios sobre el tema del bocio, a Plutarco Naranjo y sus labores en torno de las alergias y la nutrición, al doctor Rodrigo Fierro Benítez y sus significativos aportes. De esta suerte la ciencia española no ha hecho otra cosa que continuar las líneas definidas por Santiago Ramón y Cajal, uno de los primeros premios Nobel de Medicina, y luego particularmente por Pedro Laín Entralgo y el gran Gregorio Marañón, decisivo para la Endocrinología, etc.
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